Bulimia, anorexia, obesidad, vigorexia, ortorexia, permarexia, y otros desórdenes alimentarios, son alteraciones de los hábitos alimenticios comunes que llevan en muchos casos a desarrollar de enfermedades, y causadas principalmente por una preocupación excesiva con relación al peso corporal y al aspecto físico.
Los Desórdenes Alimentarios constituyen un problema de salud relevante en las últimas décadas ya que afectan a un porcentaje significativo de la población. Estos trastornos del comer se manifiestan principalmente a partir de la adolescencia, pudiéndose presentar con anterioridad y bien entrada la adultez. Son enfermedades que ponen en riesgo la vida y afectan a una población estimada del 20 por ciento de los jóvenes. Recientes estudios llevados a cabo revelan que el 40% de los jóvenes han estado a dieta y que un 10 % mostró síntomas de anorexia.
Los desórdenes de la alimentación pueden generar serias complicaciones orgánicas, como como infertilidad, osteoporosis, fallas renales y cardíacas. Inclusive, los bloqueos emocionales asociados llegan a ser devastadores. Originados por causas psicológicas y emocionales y que repercuten en el organismo y en la vida de relación, sometiendo tanto a quien lo sufre como a su entorno familiar a un estado de stress que afecta significativamente la calidad de vida.
Por lo general este problema afectaba casi solamente a mujeres, pero en la actualidad, muchos jóvenes varones, también las están desarrollando, con el fin de tener un mejor cuerpo, combinando estos problemas con el ejercicio físico excesivo o vigorexia, dejando de alimentarse sanamente para formar músculos a través del consumo de esteroides y proteínas sintéticas.
Las conductas desarrolladas pueden alterarse o no, voluntariamente, y para ello están involucrados múltiples factores personales, familiares y sociales, en los que el nivel de autoestima, las comparaciones constantes entre amigos y familiares, la presión de los medios de comunicación con relación a la «belleza» y el miedo a tener sobre peso, hace que quienes los padecen pierdan el sentido de la realidad, sometiéndose a dietas y hábitos que ponen en gran riesgo la vida y la salud integral.
Así pues, el padecer algún tipo de trastorno alimentario va más allá de los síntomas particulares de cualquiera de sus manifestaciones, ya que son acompañadas por un marcado aislamiento de la persona, cansancio excesivo, sueño, irritabilidad, conductas violentas, agresión hacia personas conocidas y miembros de la familia, autoagresión, vergüenza, soledad, culpa y depresión.
Entre los trastornos de la alimentación más frecuentes, están la bulimia, trastorno que permite comer para después utilizar métodos para eliminar rápidamente los alimentos del cuerpo, la anorexia o «falta de apetito», la ortorexia, o sea la obsesión por la «comida sana», la permarexia o miedo a los alimentos, y otros más.
También entre los trastornos alimenticios de otro tipo están: los comedores compulsivos.
Los trastornos alimentarios no afectan únicamente a la manera de comer, ya que en realidad, se desarrollan como resultado de problemas de la percepción y por la forma en que una persona se ve a sí misma y en relación con su mundo.
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