Sentimiento de culpabilidad

La culpa

La culpa no es una emoción, es un sentimiento negativo que nos hace sentirnos inadecuados y vulnera nuestras posibilidades de crecer y de mejorar en la vida. Las situaciones que lo desencadenan son variadas pero la causa que la mantiene activa es: no ser capaces de no perdonarnos a nosotros mismos.

La misión que este sentimiento implica es: «Hice algo mal», por tanto, surge ante una “falta o error” que hemos cometido o creemos haberlo cometido. Nos carga con vergüenza, nos ansía y lastima, e inconscientemente, no castiga. La culpabilidad tiene la función de hacernos conscientes de que hemos hecho algo de lo que no nos sentimos orgullosos y nos exige responsabilizarnos del dolor que este sentimiento nos causa, y justamente esto es lo que nos ayudará a facilitar el intento de reparación. Es decir, sólo cuando tomamos conciencia que la culpa solo esconde tras de sí, el dolor, es cuando nos estamos responsabilizando de nuestros actos y/o sentimientos, y es entonces cuando podemos tomar la iniciativa de remediar lo que sea que hayamos creado, lastimado, equivocado, etc.

Afortunadamente, podemos afrontar este tema.

Buscar el origen de la culpa, es el primer paso, para luego, actuar en consecuencia. La culpa no es tan negativa, al contrario puede ser un camino nuevo para aprender de nuestros errores y seguir creciendo. Si el sentimiento aparece porque hemos dicho o hecho algo injusto a alguien o tal vez porque dedicamos poco tiempo a nuestros hijos o a nuestra pareja y demasiado al trabajo, etc. La culpa es una alarma que nos muestra que debemos parar y reflexionar sobre lo que estamos sintiendo, simplemente para tomar contacto con nosotros mismos, con nuestra sensación, y lo acontecido, para luego, tomar la responsabilidad que nos carga.

Responsabilidad, esta palabra tan pesada y culturalmente negativa, que su significado no es más que: respuesta hábil. Respon-abil. En los procesos de coaching sabemos que para realizar un cambio, debemos detectar comportamientos, pensamientos y sentimientos que nos limitan para aprender nuevas estrategias que nos lleven a nuestros éxitos personales. Esto es responsabilidad.

Llegados aquí, analicemos la situación: ¿hasta qué punto mi actitud o palabras han podido influir? ¿Qué podía haber hecho o dicho? ¿Mi comportamiento fue consciente o he cometido el error sin querer?

Aceptar y aprender del error. No podemos cambiar lo que ya está hecho pero podemos transformarlo desde este momento. Todos, absolutamente todos nos equivocamos, no vamos a desarrollar una escala de errores y equivocaciones graves o menos graves, lo importante es aprender de ellos para no volver a repetirlos. En lugar de culparnos, intentemos reparar. Si por consiguiente no existe la posibilidad de enmendar el error, no nos queda otra que aceptarlo y seguir adelante con la confianza de que no lo volveremos a cometer. Lección aprendida!

Hablar del sentimiento, no encubrirlo, no negarlo ni evitarlo, dejar que esté. Si lo escondemos solo conseguiremos “taparlos” yo lo explico, poner una tapadera y dejarlo enterrado. Pero hacer esto es ir cargando más la mochila de los dolores, ya que la culpa y lo que quedó tapado continuará ejerciendo una poderosa influencia sobre nosotros.

Más que perdonarnos sería, aceptarnos. Esto es lo más complicado…pero no imposible. Aceptar que somos humanos y que nos equivocamos, todos lo sabemos, pero ¿lo ponemos en práctica cuando somos adultos? (No mucho) Bien, primero acordarnos de que esto es fundamental para aprender, como cuando eramos niños.

Así que una buena forma de aceptarnos es recordando nuestro niño interno, un niño que se equivocó, un niño que se siente culpable por no haberlo hecho” bien”, un niño dolido. ¿Qué le diríamos? ¿Lo castigaríamos?¿Lo amenazaríamos constantemente diciéndole lo mal que se ha comportado una y otra vez? Seguro que la respuesta es NO. Lo más probable es que le diéramos apoyo y palabras de aliento. Por lo tanto…¿ porque no lo hacemos ahora?

Os dejo un escrito de Mario Benedetti para reflexionar

La culpa es de uno

Quizá fue una hecatombe de esperanzas
un derrumbe de algún modo previsto
ah pero mi tristeza solo tuvo un sentido
todas mis intuiciones se asomaron
para verme sufrir
y por cierto me vieron
hasta aquí había hecho y rehecho
mis trayectos contigo
hasta aquí había apostado
a inventar la verdad
pero vos encontraste la manera
una manera tierna
y a la vez implacable
de desahuciar mi amor
con un solo pronostico lo quitaste
de los suburbios de tu vida posible
lo envolviste en nostalgias
lo cargaste por cuadras y cuadras
y despacito
sin que el aire nocturno lo advirtiera
ahí nomás lo dejaste
a solas con su suerte
que no es mucha
creo que tenés razón
la culpa es de uno cuando no enamora
y no de los pretextos
ni del tiempo
hace mucho muchísimo
que yo no me enfrentaba
como anoche al espejo
y fue implacable como vos
mas no fue tierno
ahora estoy solo
francamente
solo
siempre cuesta un poquito
empezar a sentirse desgraciado
antes de regresar
a mis lóbregos cuarteles de invierno
con los ojos bien secos
por si acaso
miro como te vas adentrando en la niebla
y empiezo a recordarte.

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