Hoy he leído un fragmento de un texto de Miguel A. Martí, que en su ensayo sobre La Ilusión, que obviamente nos alienta por vivir ilusionados. Lo comparto; «La ilusión constituye una manera de vivir de unas personas determinadas: son esos hombres y mujeres que, de una forma habitual, encuentran diariamente motivos para ilusionarse, para hacer de cada jornada laboral, un día festivo.

Suelen ser personas de temperamento alegre, y parte de esa alegría les viene por su capacidad de ilusionarse, ya sea por un paseo o por el color de unas flores, da igual, porque cada una de estas manifestaciones de júbilo responden a una actitud básica de vivir su propia vida, de esa actitud «chispeante», de refrescante juventud, que les lleva a encontrar, en lo que otro tal vez ve la monótona repetición de un acto, una ocasión para disfrutar de la vida.

Todo el mundo quisiéramos hacer de nuestra vida una existencia ilusionada. La meta es difícil, pero al estar rodeada de un cierto hábito de magia y utopía se hace sumamente apetecible.»

Una respuesta repetida en la consulta cuando a los pacientes les pregunto; «Que te falta? Que necesitas? Que te hace falta incorporar?» es en muchas ocasiones: «necesito recuperar la ilusión».

Cuando parece que las cosas no van muy bien, la rutina nos amenaza o hemos entrado en un ritmo de vida en el que los problemas y dificultades nos asedian, manifestamos que necesitamos recuperar de nuevo la ilusión.

No sabemos muy bien de que se trata la ilusión, pero poder recuperarla es una especie de argumento o pócima mágica que utilizamos para intentar salir de un bache personal. Y en cierto modo así es, ya que nos puede ayudar a convertir un recurso que nos ayude a impulsarnos hacia algún lugar. Aunque esto nos lleve a conectar con los miedos de dejar al azar un futuro incierto; y al mismo tiempo, sea la gasolina que nos mueve hacia un futuro, un sueño, un proyecto sin nombre que se gesta en nuestro interior.

Sin duda, la ilusión por las cosas nos hace fuertes en el camino diario. Ver en el futuro cierta esperanza nos permite movilizar el presente. Es esa revolución interior de desear, aún sin saber los detalles de lo que queremos conseguir, es pues, lo que nos permite andar, aunque a veces no sepamos cual es exactamente el camino de nuestros sueños y de nuestras ilusiones.

Así pues, una ilusión necesita unas motivaciones sanas, una vida ordenada y unos propósitos saludables, para no dejarla en manos del miedo de un futuro incierto, en el cual podamos ir perdiendo las esperanzas y con ello, las ilusiones.

Algunos de los aspectos que nos pueden ayudar a lograr una buena ilusión,  podrían ser, ordenar nuestra vida y observar si falta algún estímulo. A veces, la falta de ilusión se debe a alguna causa interna infundada por algún asunto pendiente no resuelto, a una depresión actual o pasada, el miedo a los cambios, la baja autoestima y el no creer en nuestras posibilidades, o tal vez estemos viviendo en un ambiente de estancamiento, de encarcelamiento emocional., ya sea en el trabajo, en la pareja, etc. Éstas y otras causas nos pueden influir enormemente en la falta de ilusión y en la perdida del sentido existencial.

Cómo podemos recuperar la ilusión?

Ordenando nuestras vidas. Sin un mínimo orden en aspectos básicos, como la familia, la actitud, el cuerpo, los amigos, la alimentación, etc. Recuperar la ilusión será un espejismo, porque serán esperanzas sin una buena base .

Detectar nuestros estados de ánimo. Episodios de tristeza más bien continuados o cercanos a depresivos, alejan la ilusión por la vida, por las cosas o por nuestro dia a dia. Identificar si existe una tristeza leve o pasajera o ya mas longeva y cercana a una depresión es un primer paso; en cualquiera de los casos, tratarla convenientemente con un especialista, el segundo.

En la medida que podamos, salir de cualquier cárcel que nos ahogue. Una relación de pareja que nos hace infelices puede difuminar toda ilusión. Una situación familiar o social que nos provoca angustia y desasosiego puede cerrar cualquier puerta a la esperanza. Es necesario identificar la cárcel que nos aprisiona y valorar si es posible alejarnos y distanciarnos para tomar un poco de aire y autorregularnos para retomarlo con otra perspectiva (enfermedad de un familiar, relación toxica, presión laboral, etc) o abandonarla definitivamente.

Recuperar las actitudes entusiastas en las pequeñas cosas. Cuando nos falta la ilusión, las pequeñas actitudes entusiastas pueden irnos acompañando. Una actividad que nos guste o que siempre nos haya apetecido realizar, participar en algún grupo, bailar, aprender un idioma, etc nos puede generar una actitud más positiva frente al decaimiento.

Saber que el abatimiento de hoy será la experiencia del mañana. Después de tiempo y cuando ya han pasado las dificultades presentes, nos daremos cuenta de que el sufrimiento de ayer quedará atrás, en un recuerdo, un episodio, es decir, que todo pasa… En realidad, cuando se está en medio de la no ilusión, una mirada atrevida hacia atrás observando lo que nos ocurrió y dónde estamos ahora y una mirada actual y relativista sobre las cosas, nos puede fortalecer anímicamente y ayudarnos a un cambio.

Optar por la resiliencia. Es decir, la capacidad de aprender de la adversidad.

Realizar pequeños esfuerzos y en periodos cortos. Sin ilusión, el esfuerzo continuado mengua; pero aún pese a esta realidad, el esfuerzo es muy necesario para salir airoso. Sin pequeños esfuerzos, no podrá nunca existir ilusión, porque si abandonamos cualquier pequeño esfuerzo, la desidia nos atrapa de nuevo.

Enfocar las ilusiones. Habitualmente, ponemos nuestros objetivos en deseos materiales. Por ejemplo, poner la ilusión en que nos toque la lotería es una esperanza poco factible … Pero si incluimos personas en nuestras vidas, actividades, aprendizaje, creatividad, imaginación, compromisos, responsabilidad en nuestra actitud y comunicación y en nuestras esperanzas, ponemos la esencia de la dicha.

Proyectar ilusiones realizables. Una ilusión objetivamente inalcanzable es en sí misma una ilusión perdida. Buscar una ilusión realizable nos permitirá ir incluyendo otras que poco a poco podrán movilizar nuestra vida.

La ilusión está presente en los más variados ámbitos de nuestra vida, solo hace falta energía y ánimo para hacer de la vida algo más bello de lo que ya es.

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