¿O puedo arreglármelas solo?


¿Necesitaré terapia o seré capaz yo sol@ de gestionar mis problemas? ¿Quien no se ha formulado en alguna ocasión esta pregunta? Sobre todo en esos momentos de la vida que nos exige tener que enfrentarnos a situaciones nuevas, diferentes o estresantes. ¿Cuándo ir al terapeuta? ¿Existe algún signo que nos lo indique? ¿una alarma? ¿Debo acudir a terapia solo cuando tengo un problema? ¿o también puede ayudarme a lograr mis objetivos?
Todos en algún momento de la vida, pasamos por situaciones que nos incomodan y hacen sentir mal. En ocasiones la ansiedad, la angustia, el miedo o el sufrimiento, son tan intensos que nos avivan una profunda incomodidad e incluso nos puede perturbar nuestra vida cotidiana, nuestro dia a dia.

Cuando esto nos ocurre, podemos estar demasiado implicados emocionalmente, podemos incluso bloquearnos y nos resulta muy difícil descubrir una respuesta diferente para nuestra mejoría.
Estos momentos son los que nos “informan” de que ha llegado el momento de acudir a terapia, iniciar un proceso de investigación, de hondear en uno mism@, de la mano de un profesional que puede acompañarte a identificar el origen del problema, a entenderlo o al menos a reducir el malestar que este genera para que puedas continuar con tu vida. Ir a terapia no significa que estés enfermo o seas débil sino todo lo contrario, es un gesto de coraje de reconocerse como ser humano, y como tales, tenemos dificultades, limitaciones y queremos solucionarlo. Esto es pasar por un proceso terapéutico!

Necesito ayuda: ¿Qué hago?¿A quién acudo?
Es cierto que ante un problema, muchos de nosotros decidimos contarlo o pedir consejo a quienes tenemos cerca, pudiendo ser la pareja, los amigos, los padres o incluso a un compañero de trabajo. Sin duda, ponerle voz a lo que nos está pasando y contar con una perspectiva diferente de la situación, poder apoyarnos en las experiencias de otras personas puede ser estrategias válidas, pero no siempre son las más eficaces. Sin olvidarnos que estas personas no siempre pueden distanciarse emocionalmente, por lo que su opinión estará salpicada por su preocupación, por su instinto protector o incluso por algún conflicto propio del pasado, con lo cual carecerá de objetividad.
Existen problemas que, por su complicación o por las consecuencias que pueden llegar a tener, demandan una orientación profesional. ¿Por qué? Pues porque será capaz de ponerse en tu lugar, apadrinar tu visión. Investigando e indagando en todos los elementos que te están condicionando, limitando y que pueden estar influyendo en el problema. Te podrá ayudar a distinguir diferentes alternativas de solución y a elegir la más apropiada para ti. Te permitirá salir reforzado de la crisis o del problema brindándote diferentes herramientas que podrás utilizar en el futuro para hacer frente a otras dificultades.


¿Qué problemas o situaciones se pueden llevar a la consulta? ¿Cuándo ir? ¿Es mejor acudir apenas aparezca el problema o debo esperar e intentar solucionarlo solo? ¿Debo tener un diagnóstico o trastorno o puedo ir con un problema cotidiano?


Entre los problemas más comunes que se atienden en consulta se encuentran: Dificultades en el estado de ánimo, ansiedad, depresión. Miedos, fobias. Timidez y problemas sociales. Estress. Baja autoestima. Desórdenes alimenticios, atracones, obesidad, anorexia y bulimia. Acompañamiento al duelo. Procesos traumáticos y de shock. Separaciones y divorcios. Celos y dependencia emocional, etc.
Sin embargo, un profesional y un proceso terapéutico también pueden ayudarte a enfrentar otras situaciones, como por ejemplo:
Problemas familiares. Hábitos repetitivos. Conflictos en las relaciones o en pareja. Pérdidas, de pareja, de un ser querido, abortos, laborales, etc. Problemas laborales y problemas psicosomáticos también.
Además, el terapeuta no solo atiende problemas o problemas graves, también puede acompañarte a investigar sobre ti, sobre tu vida, sobre tu carácter. O través del Coaching y/o de la PNL puede ayudarte a lograr cambios en tu vida, ya sea para mejorar la organización personal, para alcanzar objetivos, o a desarrollar tu potencial. O a través de la Terapia Sistémica y las Constelaciones Familiares, pueden completar un proceso y/o ampliar la mirada a la influencia familiar, aportando nuevas soluciones y perspectivas al orden familiar y amoroso.


Por tanto, se recomienda acudir a terapia cuando: El malestar aumenta con el paso de los dias, cuando llega a obstaculizar en tu ocupación cotidiana, en cualquiera de sus áreas, ya sea en el trabajo, en la pareja, en lo social o también en lo familiar. Cuando sientes que no tienes fuerza o recursos para afrontar ciertas cosas por ti mismo. Cuando adviertes un síntoma que afecta a tu calidad de vida, como ahogos, insomnio, o pérdida de interés o sientes sensación de rigidez o tensión constante. También cuando aparece el angustia o agobio ante alguna situación, cuando todo te parece una montaña y te cuesta lograr hacer ciertas cosas, cuando no sabes reaccionar o cuando no encuentras una salida. Si sientes que tus emociones te desbordan, ya sea por una actitud constante de estar enfadad@ e irritable o triste o miedos@. Si te castigas, te juzgas o te culpas por algún error o experiencia del pasado. Si estás teniendo cambios de humor injustificados o te sientes vulnerable ante tu entorno. O tal vez sientas que la vida no tiene mucho sentido.


Si notas que algo ha cambiado en ti y no te sientes a gusto en tu vida, ha llegado el momento de buscar un apoyo terapéutico. No te conformes y busca ayuda.


Una de las creencias populares es pensar “yo soy mi mejor psicólogo”. Estas personas creen que no necesitan contarle sus problemas a nadie, y menos aún a un profesional. Cuando este pensamiento aparece es porque ya hemos activado un mecanismo de defensa y este mismo se puede convertir en un buen compañero enemigo de nosotros mism@s, ya que nos va a impedir ver más allá de la problemática y como no, a encontrar posibles soluciones. Es por ello, que un observador externo nos puede guiar a través de un camino de re-descubrimiento personal, que nos pueda acompañar a soltar los hábitos y las conductas que afectan a nuestra salud y sembrar en su lugar otras prácticas más beneficiosas, que nos hagan sentir mejor. Al mismo tiempo, el espacio de una consulta es un lugar donde podemos pronunciar nuestras dudas, miedos y dificultades sin sentirnos juzgados. En las primeras entrevistas o en las primeras consultas, lo observo, que simplemente la oportunidad de poder sentirnos escuchados, de poder ponerle palabras a lo que nos está ocurriendo ya es por si solo terapéutico. No nos podemos olvidar que todo ser humano tiene una profunda ser aceptado, tal y como es, tal y como está. Y justo esto es lo que nos hace ser humanos!

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